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Siempre tuve dificultades para nombrar piezas. Nombrar o dar un título es definir un significado o un uso y cuando no trabajo en piezas funcionales, se me hace difícil. Un cuenco o una tetera son eso pero esto de la foto de arriba, ¿qué es? Durante la preparación de mi exposición individual Cognatio Cálculus, resolví definitivamente ese problema.
Soy hija de un paisajista y crecí en una casa donde la terminología botánica era moneda corriente. Mi papá siempre tenía en la boca sonidos como "populus alba nivea", "crataegus" y otros que ya no me acuerdo pero que, cuando los escucho me resultan familiares. Cuando tuve que elegir un nombre para cada pieza, decidí adoptar una técnica clasificatoria como la de las ciencias naturales, crear una taxonomía descriptiva. Un nombre que describe un objeto/género y un modificador lo identifica por medio de sus características distintivas, en latín. Me gusta como suena y representa bien lo que hago. Y además, de paso, me deja sacar provecho el latín aprendido en la secundaria y en la universidad del que tanto renegábamos los alumnos.
La exposición se llamó Cognatio Calculus que viene a ser algo así como piedras relacionadas por un vínculo de parentesco.
Mi prole cerámica: Ceramic Progeny.
Nada más apropiado.
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