


Esta es una de esas piezas que me abrieron los ojos para lo que se podía hacer con esmalte sobre esmalte. En el taller muchos usaban esa técnica pero nadie la había llevado sistemáticamente al extremo que empecé a llevarla. Hacía pruebas todos los días, uno sobre otro, otro sobre uno, más grueso, más fino, con un barro, con otro. Todo minuciosamente anotado en hojas y más hojas de carpeta. Guiada por una insaciable curiosidad y los ojos y el tacto abiertos, la cabeza preparada para la maravilla. Es inigualable lo que pasa en cada pieza.
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